Orfebres y Artesanos.
La Orfebrería y el Arte Broncista.
El oro y la plata se usaban para hacer joyas y otros adornos para los miembros
distinguidos de la sociedad. El oro era más apreciado que la plata, al ser más raro y se
adquiría fundiendo joyas y tal vez monedas, procedentes de Europa occidental y
oriental. En los siglos que precedieron al período vikingo, llegaron a Escandinavia
grandes cantidades de monedas de oro de fines del período romano, particularmente a
Gotland y Jutlandia meridional y algunas de ellas pudieron ser usadas por orfebres de la
época vikinga para hacer collares y pulseras y también broches, los cuales estaban
cargados de adornos con filigranas y granulación.
La plata se usaba para damasquinar dibujos en otros metales, especialmente el hierro,
como en el hacha de Mammen, y también se usaba para broches, colgantes y cadenas,
así como los collares y pulseras de varios patrones peso, que evidentemente servían
como forma de pago en una época en que se usaba poco la moneda. Se encuentran sobre
todo en tesoros de plata: muchos son llanos y simples, pero otros consisten en hilos de
plata trenzados y complejamente retorcidos. Los innumerables desechos de aros
troceados, conocidos como plata de corte, que se han encontrado también son una señal
de que las transacciones comerciales se pagaban en planta que se pesaba.
Los platillos
de los comerciantes, usados para pesar trozos cortados de plata, se encuentran a menudo
en las tumbas del período vikingo en Escandinavia.
Hasta mediados del siglo X, la mayor parte de la plata que entraba en Escandinavia
venía de las minas de Transoxiana en Asia central, entonces parte de un gran territorio
gobernado por árabes musulmanes, que se extendía desde Bagdad hasta las fronteras de
la India. La plata se traía a Escandinavia generalmente en forma de monedas. Éstas se
conocen con el nombre de monedas cúficas por la escritura, así llamada por la ciudad de
Kufah, en el actual Irak, usada para sus inscripciones y se fundirían. Alguna plata llegó
a Escandinavia en forma de joyas elaboradas, como brazaletes de estilo pérmico
importados de la región del Volga, en Rusia. A finales del período estos suministros
fueron sustituidos por plata procedente de minas de Europa central. Las mujeres y los
hombres de las clases inferiores de la sociedad tenían que contentarse con joyas de
metales de baja ley, generalmente bronce, a veces dorado con la intención de hacerlo
parecer más refinado. Se han encontrado fragmentos de moldes de arcilla usados para
fundir bronce en varios lugares, particularmente en Ribe, Hedeby y Birka, que hacen
suponer que los broncistas eran sobre todo habitantes urbanos. Tuvieron que ser
miembros importantes de la comunidad manufacturera, fabricando no sólo joyas de
bronce, sino otros objetos de uso diario, como alfileres y agujas, llaves y cerraduras de
cajas. Los miembros ricos de la sociedad recurrían a ellos para que les hicieran
monturas decorativas para sus arneses y placas que se ponían en los cofres de madera y
similares.
En conjunto, sin embargo, sus mercancías no eran de muy buena calidad y
probablemente se fabricaban para satisfacer las necesidades de los consumidores
locales.
La mejor prueba que tenemos de sus métodos de producción proviene de Ribe, donde se
han encontrado numerosos restos de talleres de broncistas que se remontan a
aproximadamente el 800. Allí y probablemente en otros lugares, los broncistas
trabajaban al aire libre, protegiéndose de la intemperie con una frágil protección contra
el viento. No se necesitaba mucho mobiliario: una pequeña forja, generalmente un
simple hoyo, alimentada con carbón vegetal, en la cual los lingotes de bronce o los
residuos se fundirían en crisoles y un hogar adyacente en el que un molde podía
mantenerse caliente mientras el bronce fundido se vertía en él. El equipo portátil del
broncista consistía en crisoles, moldes, modelos para los productos acabados, pinzas
para sujetar los crisoles candentes y pequeñas limas y cinceles para retocar los
productos acabados una vez enfriados y liberados del molde.
Los crisoles estaban hechos de arcilla templada con arena, para resistir el intenso calor
necesario para fundir el bronce.
Generalmente eran más o menos cilíndricos, con una pequeña asa cerca del borde que
podía agarrarse con las pinzas. Cuando el bronce estaba en estado líquido, el crisol se
sacaba de las brasas de la forja con las pinzas. Se necesitaba una mano firme y
cuidadosa para verter el metal fundido en el gollete del molde, para asegurarse de que
llenara todos los complejos contornos del modelo que se había impreso en la arcilla y
para evitar que se formara cualquier burbuja de aire. Entonces se dejaba enfriar
gradualmente el molde junto al hogar. Cuando el metal que estaba dentro se había
enfriado y solidificado, el molde se quitaba del hogar y se rompía para que revelara su
contenido. El broche o la placa recién vaciada se retocaba entonces, limando cualquier
metal excedente y en esta etapa se podía añadir un adorno adicional. Si el objeto tenía
que dorarse, también se hacía en ese momento.
Los trozos rotos del molde simplemente se solían tirar al suelo alrededor del hogar. Se
han encontrado miles de trozos desechados en excavaciones, que proporcionan indicios
de cómo se hacían los moldes. Se estampaba un modelo, a menudo un broche verdadero
o si no un prototipo especialmente fabricado, en una loseta o arcilla preparada, o se
aplicaban delgadas capas de arcilla sobre su superficie, para hacer un patrón. Entonces
se vertía cera líquida en el patrón, que se sacaba cuando estaba fría y rígida. Se podían
hacer varias copias de cera idénticas a partir de un patrón. La parte superior del molde
se hacía presionando arcilla alrededor de la copia de cera y calentándola. Según se iba
derritiendo la cera, el dibujo que llevaba quedaba en la arcilla endurecida. En la cavidad
hueca del molde se colocaba un trozo de tela de lana cubierto de cera y más arcilla
presionada encima, para formar el fondo. Se calentaba todo una vez más y cuando la
cera ya se había derretido, se separaban las dos mitades y se quitaba la tela. Entonces se
volvían a juntar las dos partes del molde y se cubrían con una mezcla fina de arcilla y
agua, para fijarlas juntas firmemente. Se colocaría el molde en el hogar, para calentarlo
antes de verter el bronce fundido en la cavidad dejada por el tapón de tela. Eso evitaba
que se resquebrajara con el calor del metal fundido.
Con este método se podían hacer muchos artículos idénticos a partir de un solo patrón.
Uno de los adornos de bronce más comunes era el broche ovalado y se han encontrado
cientos de ellos en tumbas de mujeres de clase alta que datan de los siglos IX y X. Estos
broches no se llevaban simplemente como adornos, sino que eran parte integrante de la
indumentaria de una mujer de alta posición social y se llevaban uno en cada hombro
para sujetar el vestido. Por lo tanto, se hacían al menos dos de cada tipo, pero se han
encontrado tantos que tenían idénticos dibujos, que se puede suponer que se producían
prácticamente en masa. No obstante, aunque un broncista particular pudo haber sido
especialmente hábil en fabricar un tipo de objeto concreto, los hallazgos en los talleres
de Ribe muestran que habría sido capaz de dedicarse a prácticamente cualquier cosa que
requiriera el vaciado en bronce.
Fabricación de Abalorios.
Los abalorios de vidrio también se hacían por millares. La mayoría de las pruebas
provienen de las ciudades o centros mercantiles de los siglos VIII y IX (Ribe, Ahus,
Paviken y Kaupang) y los métodos empleados siempre eran idénticos.
El vidrio de los
vasos que al principio se importaban de Renania, proporcionaban la materia prima
(culero) a partir de la cual se hacían los abalorios y pequeños cubos de vidrio de colores
vivos, a veces cubiertos con pan de oro, se añadían para lograr distintos tonos y matices.
Estos cubos de vidrio o tesserae, estaban probablemente hechos en el norte de Italia,
para ser usados en los mosaicos religiosos. Proporcionan una prueba gráfica de las
distancias que se recorrían transportando mercancías en aquella época. También se
importaban toscos terrones de vidrio azul que se usaban en este oficio.
Lo mismo que los broncistas, los fabricantes de abalorios probablemente trabajaban al
aire libre. Su equipo también era sencillo: un hogar, varas de hierro para formar los
abalorios y varios platillos de metal. El culero se fundía en el hogar y luego un pequeño
trozo de vidrio derretido se trasladaba a una vara metálica. A ésta se la hacía girar
mientras el vidrio se solidificaba ligeramente antes de hacerlo rodar sobre una superficie
plana para formar un abalorio cilíndrico o esférico, el cual se desprendía de la vara para
endurecerse. En esta fase se podían aplicar hilos de vidrio coloreado para hacer
abalorios policromados y se usaba una técnica más compleja para fabricar mosaicos de
abalorios, que incluía la fusión y luego el corte de barras de vidrio multicolores. Los
talleres de los fabricantes de abalorios pueden reconocerse por los escombros que
rodean los hogares; gotas y delgados hilos de vidrio de distintos colores, que cayeron al
suelo durante el proceso de fabricación. También se han descubierto algunas varas de
hierro. En Paviken, en Gotland, una vara todavía tenía sujeto un abalorio; el vidrio pudo
haberse enfriado y endurecido antes de que se pudiera desprender de la barra.
También se hacían abalorios con otros materiales, sobre todo con ámbar, los trozos de
resina de pino fosilizados de color naranja y leonado que se recogían en las playas del
mar Báltico y en cantidades mucho menores de la costa del mar del Norte, en Jutlandia.
Aunque una gran parte se enviaba por mar a los mercados occidentales, muchos
abalorios tallados de ámbar han sido encontrados en tumbas del período vikingo.
También se tallaban en ámbar las piezas de juegos, colgantes y amuletos.
Fabricación de Peines.
Los peines se encuentran en grandes cantidades en todos los pueblos de la época vikinga
que se han excavado y también son corrientes en las tumbas. Todos los rangos de la
sociedad tuvieron que poseerlos: algunos tienen un adorno sumamente hermoso, entre
los más admirables incluso tenían incrustaciones de bronce, y otros son bastante
sencillos. A juzgar por el número de peines encontrado, los vikingos parece haber
llevado un peine con ellos en todo momento y haberlo usado y perdido a menudo.
Los fabricantes de peines eran artesanos muy diestros y especializados que siempre
tendrían un mercado boyante para sus mercancías. La fabricación de peines se hacía
principalmente en ciudades y se ha encontrado la materia prima con la que se hacían los
peines (cornamenta de ciervo en Escandinavia meridional y cornamenta de alce en el
norte) junto con peines enteros e incompletos, así como artículos a medio fabricar.
Los peines se hacían con varias piezas distintas que utilizaban casi toda la cornamenta.
Se tallaban dos placas con largas piezas rectas, se les hacía una cresta ligeramente curva
y se decoraban con dibujos geométricos. Luego se fijaban una a cada lado de una serie
de placas rectangulares más finas y finalmente éstas se limaban en dientes.
Cualquiera que sea el material usado, los peines de la época vikinga son muy similares
tanto en la forma como en el método de fabricación y ejemplares prácticamente
idénticos han sido hallados en casi todo el mundo vikingo, desde Dublín en el oeste
hasta Novgorod en el este. Esto ha hecho suponer que los peineros eran artesanos
itinerantes, que viajaban de un sitio a otro para fabricar y vender sus mercancías allí
donde estaban solicitadas.
Estilos artísticos.
Los vikingos eran muy aficionados al adorno. Todos sus artefactos, incluyendo sus
barcos y sus casas, estaban densamente envueltos en el agitado movimiento de
decoración, tomando a menudo la forma de animales muy estilizados. Los estilos
artísticos muy característicos que favorecían fueron el resultado de lo que hubo antes,
pero durante la época vikinga se incorporaron influencias extranjeras, produciendo
diseños muy originales de forma típicamente escandinava. Las influencias europeas no
llegaron a dominar hasta la llegada del cristianismo y los últimos estilos vikingos fueron
sustituidos por el arte románico de la Europa occidental.
La mayor parte de nuestra información sobre el arte vikingo proviene de los objetos que
se enterraron en las tumbas. Por lo tanto, tenemos una imagen bastante unilateral, ya
que las cosas que han sobrevivido son principalmente de metal o de piedra. Sólo unos
pocos ejemplares de tallas de madera y tejidos adornados se han conservado
fortuitamente para señalarnos que los joyeros no eran los únicos artistas y artesanos que
fabricaban artículos espectaculares. Con fines de estudio y comparación, el arte de los
vikingos ha sido clasificado por los expertos en diferentes estilos, cuyos nombres
derivan del lugar donde se descubrió por primera vez un objeto que llevara el motivo
específico o grupo de motivos que identifica ese estilo en particular. El hermoso y
bárbaro arte de los vikingos puede disfrutarse y apreciarse por sí mismo. (Véase el
texto: El Arte Vikingo, para mayor información sobre estilos).
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