El Heroe

Este humilde Culto escandinavo a los Héroes, la manera nórdica de considerar el Universo ajustándose a él, tiene indestructible mérito para nosotros. Es manera ruda e infantil de reconacer la divinidad de la Naturaleza, la del Hombre; muy tosca, pero cordial, robusta, gigantesca, que evidencia la inmensurable altura a que llegaría este niño cuando fuese hombre; era verdad, no siéndolo ahora. Puede considerarse la semimuda voz de las desaparecidas generaciones de nuestros Predecesores que nos grita desde las profundidades de los tiempos, en cuyas venas corre aún su sangre: Esto es lo que hicimos del mundo, la imagen y noción que nos formamos de este gran misterio, de una Vida y del Universo. No lo despreciéis. Estáis por encima de ello, en el extenso campo de vuestra visión, mas no habéis llegado todavía a la cumbre. La noción que tenéis, aunque más amplia, es parcial e imperfecta, por ser cosa que el hombre no comprenderá jamás, ni en el tiempo ni fuera de él: pasarán miles de años, se intensificará, mas el hombre continuará luchando por comprender parte de ella, porque lo supera, porque no puede comprenderla, pues es infinita



Thomas Carlyle

Las Fortificaciones

 
 
Las luchas dinásticas y combates armados que acompañaron el proceso de formación del estado tuvieron que hacer del período vikingo una época de gran incertidumbre y agitación. Los pueblos se estaban volviendo más prósperos y necesitaron mayores defensas contra los ataques piratas. A finales del siglo X, los vikingos se habían vuelto expertos constructores de murallas. Antes de aquella época, las fortificaciones en Escandinavia se construían principalmente para definir y proteger fronteras o para proporcionar lugares de refugio a la población en tiempos conflictivos. El ejemplo más notable de obra de defensa lineal es el Danevirke, nombre dado a la serie de murallas construidas en épocas diferentes que juntas forman una cadena de, aproximadamente, treinta kilómetros de largo a través del estrecho sur de Jutlandia. En 808, el rey danés Godfred prolongó la muralla de tierra original comenzada unos setenta y cinco años antes. Los Anales Reales Francos afirman que construyó una línea de defensa desde el Báltico hasta el mar del Norte, pero en realidad sus prolongaciones terminaban cerca de la costa en la misma zona de tierra pantanosa donde acababa la muralla original, pero más hacia el oeste.
 
El muro de Godfred sólo fue roto por la Carretera del Ejército (haervejen), un camino prehistórico o cañada, también conocido con el nombre de Carretera de Bueyes, que recorría la longitud de la península de Jutlandia y pasaba por una puerta bien defendida de la muralla. Unos ciento sesenta años después, la última fase de la época vikinga del Danevirke fue completada por el rey Harald Diente Azul. Juntó los dos primeros muros con la defensa nuevamente erigida alrededor de la ciudad de Hedeby en su extremo oriental construyendo una muralla de tierra enormemente fuerte, de hasta trece metros de ancho, revestida de tepe y coronada por una empalizada de madera. En todas estas primeras fases de construcción, el Danevirke se hizo con tierra y madera. Hasta el siglo XII no se usaron materiales más duraderos, como la piedra y el ladrillo. No obstante, el Danevirke demostró ser un monumento perdurable y con un éxito tan espectacular en su propósito de defensa que fue reforzado durante la guerra con Prusia en 1864, e incluso defendido con barreras antitanques en la Segunda Guerra Mundial.
 
Los fuertes también preceden al gran período de fortificación del siglo X: hay casi mil sólo en Suecia, donde coronan las cumbres de altozanos rocosos en el paisaje accidentado y son especialmente numerosos en la zona de Mälaren. No es fácil datar esos monumentos, que consisten en muros pedregosos hechos con enormes cantos rodados de granito, a partir de las pruebas arqueológicas; no hay fuentes escritas que nos guíen, y al menos parte de ellos pueden ser anteriores al período vikingo. Pero muchos contienen restos de ocupación, tanto del período vikingo como de períodos anteriores y fueron usados, o vueltos a usar, por los vikingos como defensa comunal.
 
Algunos de estos fuertes suecos, como Stenbyborg, en la isla de Adelsö del lago Mälaren, donde también hay grandes túmulos funerarios del período pre-vikingo, se asocian con el poder real; otros, como Gäseborg, en Järfälla, cerca de Estocolmo, pueden haber servido tanto de refugios como de centros de culto religioso. Un ejemplo especialmente espectacular es el fuerte de Runsa en una península que sobresale en la parte norte del lago Mälaren. Tiene una muralla interna y otra externa, la primera rodea los restos de edificios y la segunda se extiende a lo largo de lo que fue la orilla del lago en la época vikinga. Este fuerte tuvo que estar ocupado esporádicamente y durante períodos de tiempo muy largos, pero también tuvo que haber servido de refugio temporal para la población rural de los alrededores. Un cementerio muy cercano contiene una tumba importante marcada con piedras verticales, algunas hasta de dos metros de altura, colocadas en forma de nave. Está rodeada de otras tumbas menos espectaculares y sugiere que Runsa pudo haber tenido alguna significación de culto. La ciudad de Birka, en la isla de Björkö del lago Mälaren, ya era un centro floreciente en el siglo IX. El fuerte sobre una colina (borg) cerca de su extremo sur tuvo que servir de fuerte y de refugio hasta que el pueblo se rodeó de muros defensivos en el siglo X. El fuerte de Birka consiste en una muralla de tierra y piedra que rodea el lado de una colina cuya cresta oeste está naturalmente defendida por un acantilado cortado a pico contra el lago. El fuerte (hochburg) que domina la ciudad de Hedeby en Dinamarca habría tenido un propósito similar. El fuerte corona un afloramiento de arcilla al norte del pueblo, pero como el paisaje es generalmente tan llano, este tipo de monumentos no abundan en Dinamarca. La isla de Gotland tiene unos cien fuertes, que tampoco son todos de la época vikinga. El mayor está en Torsburgen cerca de la costa este. Su gran muralla de piedra caliza se extiende a lo largo de dos kilómetros alrededor de la cumbre de una pendiente empinada, con una altura de siete metros y una anchura de veinticuatro metros en algunas partes, haciendo de este fuerte uno de los monumentos arqueológicos más espectaculares de toda Suecia.
 
 Las excavaciones han mostrado que se remonta al siglo IV, pero fue usado de nuevo a principios del siglo X. Otros emplazamiento defensivo en Gotland de considerable interés, aunque no es un fuerte, es Bulverker en el lago Tingstäde Träsk, al norte de la isla. Se encuentra en las aguas poco profundas de la orilla del lago y consiste en una serie de plataformas de madera celulares construidas juntas para formar los cuatro lados de un cuadrado, cada uno de ciento setenta metros de largo. En un principio soportaban edificios. El cuadrado central está abierto y toda la construcción esta rodeada de una empalizada de estacas de pesada madera apretadas entre sí. Este emplazamiento está admirablemente conservado gracias a su situación saturada de agua y es único en Escandinavia. Los métodos usados en su construcción recuerdan las técnicas empleadas por los eslavos del Báltico meridional y oriental y pudo en principio haber sido construido por inmigrantes de Gotland. Su propósito no está muy claro, pero el topónimo Tingstäde sugiere que era parte de un Thing en la época vikinga, cuando fue construido y ocupado y por lo tanto no usado exclusivamente como una estructura defensiva. La larga y estrecha isla de Öland tiene dieciséis fuertes pre-vikingos, de los cuales al menos dos, Ismanstorp y Eketorp, también se usaron en la época vikinga. Ambos consisten en un muro circular de piedra caliza que rodea los restos de edificios. Ismanstorp tiene un diámetro de ciento veintisiete metros; su muro sobrevive con una altura de dos metros y medio y no menos de nueve entradas que lo interrumpen. Esto sugiere que no puede haber sido una fortificación muy segura. Sin embargo, parece haber sido usado como refugio en la época de su construcción y más tarde de la edad vikinga. El fuerte de la edad del hierro de Eketorp, abandonado como asentamiento permanente hacia el año 700, excepto para uso esporádico como refugio, fue ocupado de nuevo hacia el año 1000 cuando los edificios de piedra anteriores fueron reconstruidos con madera y el muro de piedra complementado con una defensa externa. Contrastando con Ismanstorp, el muro de Eketorp sólo tiene tres entradas y da la impresión de haber sido una fortificación mucho más formidable, tal vez sirviendo de cuartel general de una guarnición encargada de defender la parte sur de la isla contra los ataques marítimos. Los hallazgos de su última fase indican que también fue un centro mercantil de considerable riqueza e importancia. A pesar de sus actividades comerciales, no se convirtió en una ciudad fortificada de la época vikinga. Éstas estaban provistas de defensas completamente diferentes. Defensas de los Pueblos. Antes del siglo X las ciudades vikingas estaban indefensas, a menos que, como Hedeby y Birka, tuvieran un fuerte a corta distancia. El hecho de que las ciudades fueran asentamientos abiertos hasta entonces nos indica que la vida tuvo que ser muy pacífica en los siglos VIII y IX, permitiendo que las actividades urbanas se ejercieran sin amenazas del exterior.
 
Las condiciones cambiaron claramente en el siglo X, que atestiguó una gran campaña de construcción de muros. Hedeby, por ejemplo, adquirió la gran muralla que la conectó con las defensas externas del Danevirke y que hoy sigue visible, elevándose a diez metros de altura en algunas partes. Sin embargo, empezó como una loma de tierra muy pequeña de no más de tres metros de altura, coronada por una empalizada de madera y alcanzó sus dimensiones posteriores mediante reiteradas reconstrucciones y restauraciones. Cuando alcanzó su altura final, probablemente no necesitaba ya una empalizada para hacerla defendible y en ese aspecto parece haberse diferenciado de otras murallas. Su forma semicircular, sin embargo, es sumamente característica de las defensas envolventes de los pueblos vikingos. Hedeby se había extendido a lo largo de las orillas de una ensenada, Haddeby Noor. El principal objetivo de las defensas era proteger la ciudad de la tierra. La muralla semicircular rodeaba por lo tanto la zona donde estaba la ciudad, con sus dos extremos extendiéndose hasta las aguas del Noor, pero toda la orilla estaba a merced de los ataques marinos. Ese peligro fue contrastado hasta cierto punto con la construcción de una empalizada submarina que protegía al puerto de los acercamientos del este. Se puede ver una disposición similar en Birka, pero aquí la muralla del pueblo es mucho más delgada que la de Hedeby y seguramente siempre tuvo que necesitar la protección adicional de una empalizada. También es muy probable que la muralla de Birka nunca se terminara.
 
Hoy sólo la parte del norte es visible y el largo tramo que la habría conectado con el fuerte sobre la colina (borg) posiblemente nunca fue construido. La longitud de muralla que sobrevive describe una curva suave, sugiriendo que estaba concebida para rodear una zona semicircular, con el extremo norte de la muralla prolongándose hasta la orilla del lago Mälaren. El puerto estaba protegido por una línea curva de estacas y maderas bloqueadoras. Es imposible decir si se construyeron defensas de puerto similares en Arhus en Jutlandia, una ciudad fundada en el siglo X y rodeada de una importante muralla de tierra y madera desde el principio, ya que el puerto actual ha borrado toda huella de un predecesor de la época vikinga. La forma de las defensas de Arhus, sin embargo, se ajusta mucho a las de Heddeby y Birka, como lo hace la muralla semicircular que defendía Västergarn en la isla de Gotland. Las excavaciones han demostrado que ésta también fue construida en el siglo X. Finalmente, unas fortificaciones urbanas descubiertas recientemente en Ribe, en Dinamarca, hacen pensar que esta ciudad, también estuvo rodeada de un sistema defensivo semicircular en el siglo X. Las excavaciones han puesto al descubierto los restos de un foso de un metro de profundidad y ocho metros de ancho, con algunos vestigios de una loma de tierra adjunta y los cortos tramos del foso que se han descubierto siguen una línea curva. La consistencia de las defensas de las ciudades de Dinamarca, Suecia y Gotland en el siglo X es fascinante. Su disposición es tan similar que induce a pensar que todas forman parte de un plano común. Pero es poco probable que éste haya sido el caso. Más bien parecen representar respuestas espontáneas a la necesidad que tenían los prósperos centros de comercio de defenderse de los ataques por tierra o por mar, ya fuera de piratas vikingos o de invasores eslavos, como los que iban a destruir Hedeby en 1066.
 
Un Plano de Defensa Común. Sin embargo, un grupo de emplazamientos en Dinamarca muestra claramente un plano común. Las llamadas fortalezas de Dinamarca fueron todas construidas en la segunda mitad del siglo X, ocupadas por un período muy corto y luego abandonadas para no volver a ser ocupadas nunca más. Tres de los fuertes (Aggersborg y Fyrkat en Jutlandia y Trelleborg en Sjaelland) han sido excavados y sus planos y edificios pueden ser reconstruidos en detalle. El cuarto (Nonnebakken) yace bajo la ciudad de Odense en Fionia y casi todos sus rastros han desaparecido hace mucho tiempo. Un quinto ha sido descubierto recientemente en un emplazamiento de la costa meridional de Skane, también llamado Trelleborg. Su descubrimiento no fue una gran sorpresa; la coincidencia de su nombre siempre sugirió a los especialistas que un fuerte similar al de Trelleborg en Dinamarca pudo construirse una vez allí. Todos los fuertes eran exactamente circulares en su plano, aunque diferentes en su diámetro. El interior estaba rodeado de una empalizada de tierra y madera con un foso externo y dividido en cuartos por calles que se cruzaban en ángulo recto en el centro exacto del círculo. Dentro de cada cuarto estaban situados largos edificios con lados curvos. La semejanza de los planos de los fuertes, la precisión con la que fueron trazados y la habilidad con la que se elaboraron los distinguen de todas las demás fortificaciones de la época vikinga, sugiriendo fuertemente que se hicieron según las especificaciones de una sola persona.
 
El propósito para el cual se construyeron estos extraordinarios fuertes ha sido materia de polémica desde que se excavó Trelleborg en Dinamarca (el primero que se localizó), en la década de 1940. La sugerencia original fue que los fuertes se construyeron como guarniciones y lugares de reunión para el ejército que invadió Inglaterra durante el reinado de Svein Barba Hendida, a principios del siglo XI. Sin embargo, los anillos de árbol en las maderas de los fuertes han demostrado que fueron construidos hacia 980, cuando Harald Diente Azul, el padre y predecesor de Svein, era rey de Dinamarca.
 
La excavación ha probado que existieron sólo durante un período muy corto, probablemente no más de veinte años y tal vez mucho menos que eso. Por otra parte, si se hubieran hecho para alojar guerreros que atacaban Inglaterra desde el mar, habrían estado situados cerca de la costa, junto a los puertos donde se habrían reunido las flotas. Sin embargo, los fuetes se encuentran en las proximidades de las rutas terrestres, más que de las marítimas, excepto Aggersborg, en el Limfjord, situado junto a un canalizo navegable. Todos están ubicados en el norte y el este del país y están orientados al Báltico más que al mar del Norte. Su papel en la conquista de Inglaterra en el siglo XI puede, por lo tanto, excluirse. Todas las pruebas apuntan a Harald Diente Azul como su impulsor, probablemente para imponer y mantener orden en el reino que había consolidado y convertido al cristianismo recientemente.
 
Eran sin duda fortalezas y probablemente guarnecidas, pero sus habitantes no se limitaban a actividades guerreras. Había orfebres, plateros y herreros viviendo tras esas murallas. Algunos de los edificios se usaban como graneros y cuadras. La explicación más plausible, por lo tanto, es que los fuertes daneses fueron centros de poder real desde los cuales las fuerzas armadas podían ser rápidamente enviadas para controlar las regiones circundantes y hacer respetar la autoridad del rey. Recaudarían tributos e impuestos en especie por parte de la población rural y los fuertes servían de tesorerías donde la riqueza acumulada por el rey podía mantenerse a salvo y contenían talleres donde ésta podía convertirse en adornos preciosos para el rey y su corte.

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