El Heroe

Este humilde Culto escandinavo a los Héroes, la manera nórdica de considerar el Universo ajustándose a él, tiene indestructible mérito para nosotros. Es manera ruda e infantil de reconacer la divinidad de la Naturaleza, la del Hombre; muy tosca, pero cordial, robusta, gigantesca, que evidencia la inmensurable altura a que llegaría este niño cuando fuese hombre; era verdad, no siéndolo ahora. Puede considerarse la semimuda voz de las desaparecidas generaciones de nuestros Predecesores que nos grita desde las profundidades de los tiempos, en cuyas venas corre aún su sangre: Esto es lo que hicimos del mundo, la imagen y noción que nos formamos de este gran misterio, de una Vida y del Universo. No lo despreciéis. Estáis por encima de ello, en el extenso campo de vuestra visión, mas no habéis llegado todavía a la cumbre. La noción que tenéis, aunque más amplia, es parcial e imperfecta, por ser cosa que el hombre no comprenderá jamás, ni en el tiempo ni fuera de él: pasarán miles de años, se intensificará, mas el hombre continuará luchando por comprender parte de ella, porque lo supera, porque no puede comprenderla, pues es infinita



Thomas Carlyle

Guerra y armas


Todos los hombres libres disfrutaban del derecho de llevar armas en la época vikinga. Tenían que entrar en las filas cuando se lo pedía su señor o rey. En algunas zonas, notablemente en Suecia central, la gente también era requerida para guarnecerse y armar barcos. Con este propósito, la tierra se dividía en unidades que comprendían un cierto número de granjas y cada una de ellas tenía que proporcionar un barco totalmente equipado cuando se lo pedían.

Los vikingos generalmente combatían a pie. El hecho de que se enterraran caballos junto a algunos vikingos ricos indica que hubo algunos guerreros montados, pero esto sin duda no era corriente. Los buques de guerra vikingos se usaban principalmente para transportar ejércitos a la escena de las batallas campales; los combates marítimos eran menos corrientes, aunque se mencionan algunos en las fuentes escritas. El más conocido es la batalla de Svöld, hacia el año 1000. Las narraciones en fuentes inglesas y francas de las batallas campales libradas por los vikingos en Europa occidental dan fe de la fuerza y habilidad de sus cuerpos combatientes.

Los vikingos infundían terror a sus oponentes y lucharon a sangre y fuego por todo el noroeste de Europa. Las armas que hicieron tantos estragos fueron la espada, la lanza y el hacha de combate, y arcos y flechas. Las descripciones en tallas contemporáneas, como las piedras decoradas conmemorativas encontradas en Gotland, nos dan una idea del aspecto de esos guerreros vestidos para la batalla con casco y cota de malla y totalmente armados. Podemos aprender mucho más de las tumbas en los países escandinavos, muchas de las cuales contienen el equipo de los combatientes, que enterraron con ellos. La espada era la mejor de todas las armas, muy apreciada por su poder combatiente y como símbolo de posición social: cuanto más alto era el rango del guerrero, más magnífica era su espada. La empuñadura estaba a menudo ricamente adornada, pero aunque una empuñadura muy elaborada denotaba un dueño poderoso, era la hoja de la espada la parte más importante del arma, porque de ésta dependía la vida de su poseedor. Las hojas de dos filos, con un largo de setenta a ochenta centímetros, eran ligeras y flexibles, fuertes y afiladas. Algunas eran importadas del imperio franco, pero sus empuñaduras se hacían y se montaban en Escandinavia, adornándose a menudo con los estilos artísticos predilectos de los vikingos.

 La espadería franca más famosa era la de Ulfberth, cuyo nombre figura en muchas hojas de espada. Las hojas de fabricación escandinava no eran inferiores a los ejemplares importados más exóticos. También se hacían empleando un método conocido como "soldadura modelo" por el que largos flejes de hierro de composición ligeramente diferente se soldaban juntos formando un núcleo y un filo hecho con un acero más duro y afilado se soldaba a los lados. Luego se pulía la hoja y una ranura longitudinal, conocida como abatanador, se afilaba por todo el largo. El propósito del abatanador era aligerar la hoja sin reducir su fuerza y aumentar su flexibilidad. Después de mil años bajo tierra, casi todas las hojas de las espadas que se han recuperado están ahora muy corroídas, pero algunas de ellas todavía tienen hermosos dibujos en su superficie. Las espadas se llevaban en vainas hechas con tiras de madera cubiertas con cuero y forradas con lana. La lanolina de la lana habría servido para preservar la hoja del deslustre y la oxidación.

Las espadas más espléndidas se guardaban en magníficas vainas adornadas con monturas de bronce o doradas alrededor de la boca y en la punta (la contera). Se han encontrado monturas de vaina en muchas tumbas, aunque los materiales orgánicos de la vaina misma normalmente han desaparecido. Las espadas de doble filo se usaban para dar un tajo al enemigo, causando sin duda lesiones terribles. Los huesos mutilados de esqueletos desenterrados en Hedeby y otras partes dan una idea de la clase de heridas causadas. Los cuchillos de combate cortos, de un solo filo, estaban concebidos para clavarse en el oponente cuando se entablaba un combate cuerpo a cuerpo y los guerreros vikingos llevaban a veces espada y cuchillo. El arma ofensiva más eficaz de todas era la lanza, con su hoja de hierro delgada y afilada de hasta cincuenta centímetros de largo, sujetada a un asta de madera por medio de una arandela. Algunas lanzas, lo mismo que las espadas de mejor calidad, tuvieron que ser armas de categoría. Sus hojas eran de soldadura de modelo, con filos y punta afilados y las arandelas estaban damasquinadas con plata o bronce.

La mayoría de las lanzas que se han encontrado en tumbas, sin embargo, son más sencillas y no están adornadas, pero no obstante son muy eficaces. Aunque el hacha de combate se asocia popularmente con los vikingos, en conjunto parece haber sido menos preferida como arma que la espada y la lanza. Se han encontrado menos y casi todas ellas en Escandinavia occidental. Estaban hechas de un modo bastante sencillo: un filo cortante se soldaba a un bloque de hierro y el extremo se encajaba a un mango de madera y se sujetaba firmemente. La mayoría de las hachas de combate no estaban adornadas y no se distinguen de las hachas de trabajo; se supone que son hachas de combate por el hecho de que han sido encontradas en tumbas junto con otras armas. Unos pocos ejemplares son mucho más espléndidos y tuvieron que ser hechos para ceremonias o exhibiciones. La mejor, con mucho, es el hacha de la tumba real o aristocrática de Mammen, en Jutlandia.

 Está damasquinada con plata según los primorosos modelos que dan su nombre al estilo artístico de Mammen y es difícil imaginarse que haya sido alguna vez usada en la batalla; fue probablemente un símbolo de riqueza, posición social y poder. Los arcos y flechas también se usaban en la guerra, pero probablemente más en la caza. Aún sobreviven un gran número de puntas de flecha de hierro y varias formas diferentes aunque sus astas de madera normalmente han desaparecido. Los arcos de madera son más raros, ya que, estando hechos de madera, generalmente se han descompuesto totalmente, pero se ha encontrado uno entero en un terreno anegado en Hedeby. Mide noventa y dos centímetros de largo y está hecho de tejo, una madera muy flexible que se usaba para hacer arcos en la Edad Media. Los vikingos se defendían en la batalla con escudos redondos que les protegían el cuerpo desde el hombro hasta el muslo.

Estaban hechos de madera, a menudo de lima, cubierta con cuero. Éste podía luego adornarse con monturas de metal y símbolos y a veces se pintaba con colores vivos. El canto de cada escudo se reforzaba con una tira de hierro y había una protuberancia de hierro en el dentro para proteger la mano que lo llevaba. Se ha conservado poco de la madera de los escudos, pero se puede calcular su tamaño y el tipo de adorno que tenían, por los accesorios de metal que han quedado. Los escudos encontrados en la nave funeraria de Gokstad tiene un metro de diámetro y ése era probablemente el tamaño normal. Otros medios de protección eran el casco y la armadura que llevaban algunos vikingos. Sin embargo, se encuentran raras veces en las tumbas o en otros emplazamientos arqueológicos que parece poco probable que se llevaran normalmente y seguramente eran prerrogativa de los más altos rangos de la sociedad.

 El único casco de la edad vikinga que se ha conservado se encontró en una tumba de Gjermundbu, en Noruega. Está claro que un gran hombre fue enterrado allí, pues además de un casco tenía una cota de malla y una hermosa espada con una empuñadura damasquinada con plata y cobre. Tanto el casco como la cota de malla se encontraban en una condición fragmentaria cuando fueron descubiertos, pero el caso ha sido reconstruido y está ahora en el museo de Oldsaksamling en Oslo. El casco de hierro es abovedado con un penacho central y una especie de visera para proteger la nariz y los pómulos. Un poco de cota de malla cuelga por detrás para proteger el cuello. El resto de la cota de malla tenía probablemente la forma de una túnica corta que se llevaba sobre un jubón acolchado o de cuero para proporcionar una protección adicional. Se conocen otros cascos sólo a través de ilustraciones pictóricas. Los cascos de los guerreros representados en las piedras decoradas de Gotland con invariablemente cónicos y tienen una protección nasal. Una estatuilla de Sigtuna, en Suecia, tallada en cornamenta de alce, también lleva un casco cónico con una protección nasal, que está adornada con un motivo de anillos y puntos.

Resulta imposible decir si esos cascos estaban hechos de hierro como el modelo de Gjermundbu; podían haber sido de un material menos fuerte, como el cuero. No obstante, sabemos con certeza que ninguno de ellos llevó cuernos. Equipos como éste probablemente pertenecieron a los ricos y poderosos entre las fuerzas vikingas, o a los combatientes profesionales que formaban los ejércitos privados o eran los guardaespaldas de reyes y señores, especialmente en Noruega. Las espléndidas espadas con empuñaduras adornadas y hojas francas, los cascos y túnicas de cota de malla, habrían sido desconocidos por la gran mayoría de los combatientes, granjeros y pescadores que eran instados a servir en épocas de conflictos y cumplir con sus obligaciones para con su señor. Esos hombres llevarían armas sencillas, probablemente sólo su hacha de trabajo que usaban como arma de batalla.

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