El Heroe

Este humilde Culto escandinavo a los Héroes, la manera nórdica de considerar el Universo ajustándose a él, tiene indestructible mérito para nosotros. Es manera ruda e infantil de reconacer la divinidad de la Naturaleza, la del Hombre; muy tosca, pero cordial, robusta, gigantesca, que evidencia la inmensurable altura a que llegaría este niño cuando fuese hombre; era verdad, no siéndolo ahora. Puede considerarse la semimuda voz de las desaparecidas generaciones de nuestros Predecesores que nos grita desde las profundidades de los tiempos, en cuyas venas corre aún su sangre: Esto es lo que hicimos del mundo, la imagen y noción que nos formamos de este gran misterio, de una Vida y del Universo. No lo despreciéis. Estáis por encima de ello, en el extenso campo de vuestra visión, mas no habéis llegado todavía a la cumbre. La noción que tenéis, aunque más amplia, es parcial e imperfecta, por ser cosa que el hombre no comprenderá jamás, ni en el tiempo ni fuera de él: pasarán miles de años, se intensificará, mas el hombre continuará luchando por comprender parte de ella, porque lo supera, porque no puede comprenderla, pues es infinita



Thomas Carlyle

Comercio y desarrollo Urbano.

 
 
Durante más de doscientos años, los vikingos hicieron uso de sus habilidades para la navegación y de sus naves de alta mar para dominar las rutas comerciales de larga distancia del norte de Europa. Las materias primas locales disponibles estaban muy solicitadas en Europa occidental: pieles, plumas y plumones, madera y alquitrán, mineral de hierro, esquistos para hacer piedras de afilar (para afilar hojas), esteatita para los recipientes de cocina, pescado salado, pieles de foca y marfil de morsa y el ámbar encontrado arrojado en las costas del mar Báltico. A Bizancio y al este se exportaban pieles, miel, cera, marfil y esclavos que eran capturados en las incursiones en el oeste. La organización necesaria para despachar estas mercancías a los mercados extranjeros era un proceso complicado: las materias primas tenían que acumularse en su lugar de origen, transportarse a la costa y entonces juntarse en cargamentos y cargarse en buques mercantes. Además, se importaban otras mercancías para el comercio desde tierras lejanas.
 
 
La plata era una de las más importantes. Otras mercancías importadas incluían seda, especias y joyas procedentes del este, y vino, cerámica y armas procedentes de Europa occidental y central. La imagen de los vikingos como negociantes y comerciantes es menos romántica que su imagen como guerreros, invasores y piratas, pero fue a través del negocio y del comercio como muchas innovaciones y cambios significativos fueron introducidos en Escandinavia durante el período vikingo. Fue, por ejemplo, la evolución de un sistema de comercio bien organizado con rutas internas centradas en puntos de reunión y embarques lo que proporcionó el estímulo para un desarrollo urbano precoz. Antes de ello, la mayor parte de la gente vivía en pequeños asentamientos predominantemente agrícolas. Las primeras ciudades en Escandinavia eran lugares con una concentración de población relativamente densa que se ganaba la vida a través del comercio y la fabricación de mercancías concebidas principalmente para el mercado local; la agricultura tenía menos importancia. Algunos de estos lugares pueden haber crecido espontáneamente porque estaban situados en las encrucijadas de rutas de comunicación, pero la mayoría parecen haber sido fundadas deliberadamente por un rey o un gran terrateniente, sin duda con la intención de adquirir ingresos imponiendo peajes a las mercancías que se traían o que se exportaban de la ciudad.
 
Hasta principios del siglo VIII hay pocas señales de desarrollo urbano incipiente en Escandinavia, aunque el comercio y los oficios florecieron en unos pocos lugares, como Helgo y Lundeborg, cerca de Gudme, probablemente en relación con su papel como centros de culto. Esto puede reflejar la falta de comercio a gran escala antes de aquella época, pero también puede indicar una ausencia de dirigentes con poder y autoridad para fundar asentamientos. Por lo tanto, no podemos decir realmente que había ciudades en Escandinavia antes del setecientos. Después de esa fecha desde luego que existían y aumentaron gradualmente en número y tamaño. Las ciudades fundadas por los vikingos en los siglos VIII y IX no eran como lo que hoy entendemos como tal. No tenían grandes edificios públicos construidos con piedra y no sabemos muy bien cómo se administraban. Consistían en grupos de edificios de madera, cada uno de una familia independiente, con una casa-vivienda y dependencias dentro de un patio cercado. Aparte del hecho de que los habitantes conseguían sus principales fuentes de ingreso con la fabricación artesana, poco había que distinguiera sus asentamientos de una aldea. La mayor parte de nuestra información sobre las ciudades primitivas proviene de tres sitios en particular, todos sujetos a excavaciones arqueológicas recientes: Hedeby y Ribe en Jutlandia y Birka en Suecia central. Los nombres de los tres se mencionan en la biografía de Ansgar, "el Apóstol del Norte", del siglo IX, que hizo dos viajes, uno en los años 820 y otro en los años 850, desde su monasterio de Corvey, al norte de Alemania, para intentar convertir a los bárbaros del norte.

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